miércoles, 19 de marzo de 2014

MI TRILOGÍA DE SUPERMÁN DE "HISTORIAS COTIDIANAS". TEXTO GANADOR DE LA II EDICIÓN DEL PREMIO SERANTES DE SANTURTZI.

La verdadera historia del auténtico Supermán.

(Un hombre y una mujer, se aman, al parecer, furtivamente)

Hombre.- Amor mío.

Mujer.- ¿Qué haces aquí?

Hombre.- Necesitaba verte.

Mujer.- ¿Has olvidado todo lo que habíamos hablado?

Hombre.- No, no lo he olvidado.

Mujer.- Lo nuestro es imposible.

Hombre.- No digas eso.

Mujer.- Tienes que darte cuenta, somos dos monstruos, le estamos haciendo algo terrible a un hombre maravilloso, un hombre fuera de lo normal.

Hombre.- Pero yo no puedo vivir sin ti.

Mujer.- Yo tampoco puedo vivir sin ti.

Hombre.- ¿Entonces?

Mujer.- Pero tampoco puedo vivir así.

Hombre.- Bésame.

Mujer.- Oh Dios mío, Santísimo Jesucristo.

Hombre. -Déjate llevar por tu cuerpo.

Mujer. - Soy una pecadora.  Satanás me arrastra de los pelos y me arroja al más vil y abyecto concubinato.

Hombre.- ¿Qué?

Mujer.- Que soy un poco guarra.

Hombre.- Y por eso te quiero.

Mujer.- ¿Me quieres?


Hombre.- Sí.

Mujer.- Déjame.

Hombre.- ¿A dónde vas?

Mujer.- A hablar con él, voy a contárselo todo. ¿Qué es ese ruido?

Hombre.- ¿Hay alguien ahí?

Mujer.- Supermán, cariño.

Supermán.- Hola, querida.

Hombre.- Supermán, me alegro de saludarte.

Supermán.- ¿Qué hay Peter?

Peter.- Hablaba con tu mujer, de los planes de expansión de la empresa, ya sabes.

Supermán.- He oído que te van muy bien las cosas.

Peter.- No puedo quejarme.

Supermán.- He venido sólo a por mi capa, hace un poco de frío en la calle.

Mujer.- Llévate la bufanda.

Supermán.- No es necesario cariño.

Mujer.- No quiero que te resfríes, amor, en la estratosfera debe de hacer un frío atroz.

Supermán.- No te preocupes, hoy el día se presenta tranquilo, no tengo misiones más allá de las nubes.

Mujer.- Llévate el paraguas al menos, amor.

Supermán.- Está bien.

Mujer.- Toma.

Supermán.- Hasta la vista, Peter.  Por cierto, creo que ayer tuviste una reunión con los jefazos.

Peter.- Así es.

Supermán.- ¿Y?

Peter.- Ya te contaré.  Tenemos que hablar largo y tendido.

Supermán.- Sobre tu futuro.

Peter.- Y sobre el tuyo.

Supermán.- Tienes mi número, llámame.

Peter.- Lo haré.

 Mujer.- Adiós cariño.

Supermán.- Adiós amor.

(Se marcha Supermán)

Mujer.- Dios, Dios mío, ¿qué estoy haciendo?  ¿Qué le estoy haciendo a este hombre excepcional, a este superhombre?

Peter.- Parecía raro.

Mujer.- ¿Qué?

Peter.- Supermán, tu marido, parecía preocupado, ¿crees que habrá oído...?

Mujer.- No, él nunca utiliza el superoído en casa.

Peter.- Lo he notado un poco tenso.

Mujer.- Está algo estresado, creo que es la crisis de los cincuenta.

Peter.- Cincuenta años ya.

Mujer.- El tiempo no pasa en balde.

Peter.- Y tú eres una mujer tan llena de vida.

Mujer.- ¿Qué pretendes?

Peter.- Hagamos el amor violentamente.

Mujer.- ¿Te has vuelto loco?   Él puede volver.

Peter.- ¿A recoger su gorrito de lana?


Mujer.- ¿Qué dices?

Peter.- O su bastón.

Mujer.- El bastón.

Peter.- ¿Necesita ayudarse de su bastón para volar?

Mujer.- ¿Cómo lo sabes,  te lo ha dicho él?

Peter.- ¿Qué?

Mujer.- El regalo que le hice.

Peter.- ¿Le regalaste un bastón, a Supermán?

Mujer.- Ya no es ningún niño, tiene que cuidarse.

Peter.- Y mamaita le regala un bastón para que el superhombre pueda volar sin tropezar con los pajaritos.

Mujer.- Es solo una pequeña ayuda para el aterrizaje.  La semana pasada se lastimó un tobillo al tomar tierra.

Peter.- Me gustaría verle volar con su bastón.

Mujer.- Lo ha escondido, no quiere oír hablar del tema, cree que la gente se reiría de él, que perderían confianza en su héroe.

Peter.- Es patético.

Mujer.- No digas eso.

Peter.- ¿Qué?

Mujer.- No quiero que hables así de él.

Peter.- No me refería a él... hablaba de la vejez en general...

Mujer.- Él necesita nuestra ayuda, está pasando por malos momentos.

Peter.- Haré todo lo que pueda por tu marido.

Mujer.- ¿Lo harás?

Peter.- Confía en mí.


Mujer.- Me gustaría confiar.

Peter.- Relájate.

Mujer.- No puedo.

Peter.- Olvídate de todo.

Mujer.- ¿Olvidarme?

Peter.- Y hagamos el amor salvajemente.

Mujer.- Vete, necesito estar sola.

Peter.- Y yo necesito estar contigo, hoy más que nunca.

Mujer.- Hoy, ¿por qué?

Peter.- En el trabajo me han dado noticias excelentes.

Mujer.- ¿De veras?

Peter.- Y quiero celebrarlo con la mujer a la que amo.

Mujer.- ¿Celebrarlo?

Peter.- Sí.

Mujer.- ¿El qué?

Peter.- Mi ascenso, cariño.

Mujer.- ¿Te han ascendido?

Peter.- Me han ascendido.

Mujer.- ¿Los jefazos?

Peter.- Como lo oyes.

Mujer.- Me alegro tanto por ti.

Peter.-  Mañana se anunciará públicamente.

Mujer.- Es maravilloso.



Peter.- Así es pequeña, hablas con el nuevo y flamante Presidente de los Estados Unidos de América.

(Oscuro)




  

Supermán II.

Supermán.- Mis lentes, ¿dónde habré dejado las malditas lentes?  No las necesito, en realidad, pero en este tipo de entrevistas con políticos me dan cierto aire de respetabilidad.  Aunque, Peter no es sólo un político, es antes que nada un amigo, pero... en el trabajo, prefiero guardar las distancias, ante todo soy un profesional de los superpoderes, un trabajador de la superhombría, y los jefes son los jefes, y yo, al fin y al cabo soy un mandado, un policía más, para misiones difíciles, pero un servidor más de la ley y del orden.  Y las malditas gafas sin aparecer, y yo con la supervista cansada.

Peter.- Supermán, amigo.

Supermán.- Peter.

Peter.- Perdona que te haya hecho esperar.

Supermán.- No te preocupes.

Peter.- Tengo un día terrible, en unos minutos tengo una rueda de prensa y... no te voy a poder dedicar demasiado tiempo.  En fin, tú dirás.

Supermán.- En realidad, eras tú quien quería hablar conmigo.

Peter.- ¿Yo?

Supermán.- De mi futuro.

Peter.- De tu futuro.

Supermán.- Ayer, en casa, ¿no recuerdas?

Peter.- Es cierto.  Quería darte la noticia.  En fin, en unos minutos se va a anunciar públicamente, pero tú, amigo mío, lo sabrás antes que todos.  Supermán, amigo, tienes ante ti, al nuevo inquilino de la Casa Blanca.

Supermán.- Eso es fantástico.

Peter.- Lo es.

Supermán.- Dame un abrazo, Peter, amigo mío.

Peter.- ¿Qué te parece?

Supermán.- Genial.

Peter.- Los de arriba confían en mí.  Y tú tienes mucha culpa.

Supermán.- Hemos hecho grandes cosas juntos.

Peter.- Y seguiremos así, muchacho, tengo grandes planes para ti.

Supermán.- Podemos llevar a cabo nuestros sueños.

Peter.- Sí, claro.

Supermán.- Lo de la reconstrucción de Sudamérica, por ejemplo, ¿has leído mi informe?

Peter.- No, no he tenido tiempo, con todo este follón, fíjate, los jefazos me lo dijeron todo hace un par de días.

Supermán.- Es importante que leas el informe, creo que es importante disminuir los bombardeos en aquel continente...

Peter.- Bueno, en realidad, los de arriba, no están de acuerdo con ese punto de vista, Super...

Supermán.- ¿Qué?

Peter.- Tengo instrucciones precisas al respecto, y...

Supermán.- ¿Y?

Peter.- Será tal vez, necesario, extender las operaciones de castigo, a África.

Supermán.- ¿De qué hablas?

Peter.- Ahora tengo que dejarte, la prensa me espera.

Supermán.- Pero, Peter, amigo, no lo dirás en serio.

Peter.- ¿El qué?

Supermán.- Tú y yo estábamos de acuerdo en no seguir bombardeando hospitales en Sudamérica.

Peter.- Y eso nos ha hecho populares, y los jefazos lo saben, y por eso nos han dado esta oportunidad, y no podemos defraudarles.

Supermán.- Una oportunidad para cambiar las cosas.

Peter.- Sí, vamos a cambiar las cosas, pero a mi manera.  Super, confía en mí, por ahora las bombas siguen siendo necesarias, el mundo tiene que saber que América es poderosa.

Supermán.- No hablas en serio, ¿verdad?

Peter.- Por supuesto que hablo en serio. ¿Qué te pasa Super?  Acaso te gustaría estar en mi lugar, es eso, ¿verdad?  Te jode que los jefes hayan pensado en mí, en lugar de recompensar a su soldado más fiel.

Supermán.- Yo llevo muchos años dejándome la piel por los jefazos y por este puto país.

Peter.- Y no te han recompensado, eso te quema, ¿verdad?

Supermán.- Yo no he dicho eso.

Peter.- Pero lo piensas, ¿no es cierto?  Te gustaría ser presidente.

Supermán.- Me gustaría servir de la mejor manera a mi patria.

Peter.- ¿Tu patria?  ¿Te sientes realmente americano, Supermán?

Supermán.- (Silencio)

Peter.- ¿Sabes? Hay algunos, arriba, que desconfían de ti.  ¿Sabes cómo te llaman?  El maldito extranjero.  No eres americano, muchacho, no has nacido en nuestro país, y algunos no perdonan eso, ni siquiera eres de este planeta, y quieres darnos lecciones a los que dirigimos esta gran nación acerca de cómo hacer las cosas.  Te voy a ser sincero, a mí me da igual que seas un maldito inmigrante o un puto alien, yo creo en ti, amigo, te he defendido, me he jugado las pestañas defendiéndote: “Él no es un maldito extranjero, él cree en América, es un patriota” les he dicho, “dejadme demostrarlo”, les he dicho, “olvidaos de las malditas investigaciones internas, yo confío en ese hombre, daría mi brazo derecho por su honestidad, os lo voy a probar”.  Eso les he dicho, Super.  Me he jugado mucho por ti, y ahora me vienes con toda esa mierda subversiva de no bombardear hospitales que están llenos de guerrilleros y de gente que odia a nuestro país y nuestro modo de vida.

Supermán.- Yo no he dicho eso.

Peter.- ¿Les prefieres a ellos, Supermán, eres uno de ellos?

Supermán.- Soy americano, lo sabes.

Peter.- Yo lo sé.

Supermán.- Sí.

Peter.- Ellos no lo saben.  Vamos a demostrárselo.


Supermán.- Está bien, lo haré, maldita sea, lo haré.

Peter.- Este es mi chico.

Supermán.- Haré lo que me pides.

Peter.- Lo sabía.  Ahora tengo que marcharme a darle la noticia al mundo, vamos a engrandecer aun más a este país, muchacho.  Sonríe.  Una sonrisa para el presidente, por favor.  Eso es, así me gusta.  Hasta la vista, amigo.

Supermán.- Hasta la vista.

Peter.- Te quiero.

Supermán.- Lo sé.

Peter.- Y yo sé que lo sabes.

Supermán.- Peter

Peter.- ¿Qué?

Supermán.- Gracias.

(Oscuro)


  

Supermán III.

Mujer de Supermán.- Virgen María, tú eres mi consuelo y mi alegría.  A ti te puedo contar lo que me pasa, porque sé que me entenderás, porque eres mujer, como yo, mujer y madre.  Hoy he ido al médico, he estado en la consulta del doctor toda la mañana.  Estoy bien,  no tengo ninguna enfermedad, quizás no sea necesario decirle nada a mi marido; pobrecito, con lo aprensivo que es, se pone fatal en los hospitales, no, no voy a decirle nada para no preocuparlo.
Virgencita, mi consejera, hoy te necesito más que nunca, necesito que me ilumines, porque yo soy cristiana por encima de todo, pero las mujeres cristianas estamos atadas de pies y manos.  No es un reproche, virgencita, no me entiendas mal, pero, ¿qué puedo hacer?  Yo quiero a ese hombre, a mi hombre, a mi marido, más que a nada en el mundo, y me ha hecho muy feliz como mujer, y aunque no estamos bendecidos por la iglesia, porque mi Supermán no es cristiano, él no cree en Dios, será de tanto volar por esos planetas, de otras galaxias, a cual más lejos y más feo, y de tanto ver formas de vida a cual más rara, mi Supermán se ha vuelto un descreído, y no es que sea malo, porque malo no lo es, pero no cree, la criatura, y yo, ¿que puedo hacer? No se le puede obligar a nadie a creer, y yo sé que se esfuerza por complacerme, los domingos me acompaña a misa, y a veces se confiesa y comulga.  Pero yo sé que lo hace sin sentir, el pobre.  Pero las cosas son así. ¿Qué le vamos a hacer?  Cuando yo era más joven, me hacía mucha ilusión casarme con mi vestido de novia, de blanco, desde niña yo he sentido que esa es la alegría más grande que puede llevarse una mujer, ¿cuántas lágrimas me ha costado?  Y no pude convencerle, y estuvo a punto, pero se sentía ridículo con sus mallas, y su camiseta de superheroe, y su capa y sus calzones ajustados, casándose por la iglesia, conmigo, a su lado, vestida de novia, con el velo y el ramo y esas cosas.  Y no es que vivamos en pecado, no es eso, estamos casados por lo civil, pero no es lo mismo.  Veinte años hace de nuestro matrimonio, yo era una niña, me conquistó una noche en un baile de disfraces en el pueblo, yo iba vestida de princesa, y él me invitó a bailar, yo creía que él también iba disfrazado, como yo, como todos, pero cuando en mitad del baile se puso a volar conmigo en sus brazos, yo sentí una cosa muy honda en el pecho que no sé explicar, y decidí que ese iba a ser el padre de mis hijos... mis hijos...

(Silencio)


Mujer de Supermán:  Pero al fin y al cabo, no ha pasado nada, yo sigo siendo la misma, lo que me ha pasado, son solo cosas de mujeres que no le interesan a los hombres.
Y no es que yo me sienta sola, ni esté insatisfecha, pero, quizás si hubiésemos tenido hijos.  Pero las circunstancias son así.  Y mi marido es el hombre más bueno del mundo.
No puedo contárselo.  Al fin y al cabo no hay nada que contar.  Y además, ¿qué sabrán los médicos de amor?  Ellos no saben más que de otras cosas, cosas que hacen felices a veces, y que hacen daño otras veces, y que deberían poder borrarse sin necesidad de hacerle daño a nadie.  Pero las mujeres cristianas estamos atadas de pies y manos.  Virgen María no es un reproche, pero, ¿qué puedo hacer?

Supermán.- Antoñia.

Antoñia.- Supermán.

Supermán.- ¿Qué te pasa Antoñia?  Estás temblando.

Antoñia.- No me pasa nada, cariño.

Supermán.- ¿Estás enferma?

Antoñia.- No.  Bueno, he estado en el médico, pero...

Supermán.- Dios mío, ¿en el médico?

Antoñia.- Sí, pero no es nada, no estoy enferma es sólo que...

Supermán.- ¿Qué?

Antoñia.- Que voy a ser madre.

Supermán.- Un hijo, ¿vamos a tener un hijo?

Antoñia.- ¿Qué?

Supermán.- ¿Voy a ser padre, por fin?

Antoñia.- ¿Padre, tú?

Supermán.- Me haces muy feliz, lo sabes, ¿verdad?

Antoñia.- ¿Te hace feliz?

Supermán.- Muchísimo, cariño.

Antoñia.- Pues yo sólo quiero eso, que seas feliz.

Supermán.- Lo sé.

Antoñia.- Mi amor.

Supermán.- Pero un momento.

Antoñia.- ¿Qué?

Supermán.- Pero si yo, si tú y yo, ya sabes que no podemos tener hijos, nuestros órganos sexuales son de distinto formato, y son incompatibles entre sí, y nunca hemos podido acoplarnos...

Antoñia.- Ha sido un milagro, lo ha hecho la Virgen, cariño.

Supermán.- ¿En serio?

Antoñia.- Claro.

Supermán.- Un milagro.

Antoñia.- ¿Has visto?  Dios existe.

Supermán.- Y la Virgen.

Antoñia.- Y el Espíritu Santo.

Supermán.- He sido un pagano descreído todo este tiempo.

Antoñia.- Pero no importa, arrepiéntete y todo se cura.

Supermán.- ¿Sí?

Antoñia.- Pues claro, es lo bueno de nuestra religión, puedes hacer lo que quieras, siempre que luego te arrepientas.

Supermán.- Pues me arrepiento.

Antoñia.- Y yo también.

Supermán.- Y voy a salir en la próxima procesión de la Virgen.

Antoñia.- ¿Sí?

Supermán.- Sí, vestido de nazareno.

Antoñia.- Oh, de nazareno.

Supermán.- Y voy a llevar yo solo el trono, de costalero volador.

Antoñia.- Qué bonito, qué devoción más mariana, le ha entrado a mi Supermán.


(Oscuro)

Continúa con la historia cotidiana titulada "Virgencita escúchame".

Fotos de la versión de "Historias Cotidianas" titulada "Historias Terraterrestres" de Tentazioa Produkzioak y Teatro La Paca.

PARA LEER MÁS, CONTACTAR CONMIGO A TRAVÉS DE: 

tomasafan@hotmail.com

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