martes, 25 de febrero de 2014

"ATRACCIÓN" (Acto 2 de esta obra Premio Raul Moreno Fatex 2012).

Enlace del Acto 1:
http://tomasafan.blogspot.com.es/2013/12/acto-i-de-atraccion-texto-ganador-del.html  

ACTO 2.  
(Al iluminarse, comprobamos que el escenario está vacío, hasta que irrumpe ella, sofocada, hablando una vez más por teléfono.)

ELLA.
Sí, Dios mío, ha sido terrible, una ya no está segura en ningún sitio, un lugar tan inocente como este, lleno de niños, cómo se puede caer tan bajo, por mucha justificación política con que lo quieran adornar, no hay derecho, no señor.
Jesús, qué mal rato he pasado, y más que nada de ver las caras de esas criaturas asustadas, chillando…
¿Que qué ha pasado?  Yo se lo explico ahora mismo. 
Verá usted, iba yo detrás de un muchacho para darle un objeto que había perdido, y en fin no conseguía encontrarle y me ha llamado la atención un grupo de peques que había alrededor de un personaje de estos muy famosos de dibujos animados, en concreto los niños se estaban haciendo fotografías, y le pedían autógrafos también, y de pronto, empiezan a sonar unas sirenas fortísimas en la megafonía de todo el parque y sin aviso, el actor que estaba disfrazado de Goofy se ha quitado la cabeza,  y megáfono en mano, entre acoples y gritos de histeria de los críos,  ha comenzado a gritar: “los trabajadores del parque por unas condiciones de trabajo justas”. 
Las atracciones se han parado todas a la vez y los trabajadores del parque han hecho explotar unos petardos gordísimos.
Ha sido un minuto de paro, pero qué minuto más largo, luego todo ha vuelto a funcionar, Goofy se ha puesto de nuevo la cabeza, juguetón, mientras los niños se frotaban los ojos como despertando de un mal sueño.
Sí, ha sido eso, como una pesadilla. 
A mí me parece fatal, yo había oído que los ánimos estaban muy tensos en los trabajadores del parque por la ampliación de jornada y los despidos, pero hombre, se puede protestar dentro de unos límites…

(Aparece él, en escena.  Ella lo descubre.)

ELLA.
(Al teléfono) …Perdón, tengo que colgar, gracias por escucharme, muy amable… ¡Oiga, no es necesario ponerse groseros, y no, no pienso enviarle la fotografía mía desnuda de la que le hablé, adiós…!

(Ella cuelga.)


ÉL.
(Que se había situado en el umbral del zigzagueante acceso previo a la atracción) Yo soy el último.

ELLA.
¿Qué?

ÉL.
¿Se acuerda de mí?

ELLA.
Sí claro, antes me ha preguntado que si me iba a montar en la atracción.

ÉL.
Pues he decidido montarme.  Y si se anima a ponerse en la cola, yo soy el último.

ELLA.
Ah.

ÉL.
Quiere que le de a usted la vez.

ELLA.
No, no se preocupe, gracias.

ÉL.
Está en la cola, ¿no?

ELLA.
Bueno, supongo que técnicamente sí, pero no creo que me atreva a montarme.

ÉL.
¿Y qué hace aquí, entonces?

ELLA.
Pues no lo sé, la verdad. 

ÉL.
¿No lo sabe?  Este parque es muy grande.  Algo debe de haber en este rincón que le interese.

ELLA.
El caso es que yo estaba buscando la atracción de “Peter Pan”, y me he puesto a dar vueltas y no la he podido encontrar, de hecho todavía no he conseguido montarme en nada, ¿puede usted creerlo? En todos lados o había demasiada cola o no encontraba el acceso de la atracción, tengo muy poco sentido de la orientación, me temo, y el caso es que al final, sin querer he llegado otra vez aquí, o sea que…

ÉL.
O sea qué…

ELLA.
Que en algo tendré que montarme, tarde o temprano, espero, digo yo.

ÉL.
O sea que está en la cola.

ELLA.
Pues no sé…

(Ella trasteaba en su bolso en el diálogo anterior y ahora ha extraído un objeto del mismo.)

ELLA.
En realidad también he vuelto para devolverle esto.

ÉL.
(Tomando la grabadora que ella le ofrece) Ah, la tiene usted.

ELLA.
Sí.  Ha vuelto usted para buscarla, ¿no?

ÉL.
Sí claro.  Aquí grabo… tonterías… para cosas… imaginarias…

(Gesto atónito de ella.)

ÉL.
No ha escuchado el contenido ¿verdad?

ELLA.
No.

ÉL.
Mejor.

ELLA.
¿Y qué clase de  cosas graba ahí?

ÉL.
Pues son cosas para… una historia.

ELLA.
Genial.  Un escritor.  Yo también soy muy creativa.
Soy peluquera.

ÉL.
¿Sí?

ELLA.
Sí.

(Silencio.)

ÉL.
(Tratando de encontrar conversación) ¿Y qué cosas hace?

ELLA.
¿En la peluquería?  Pues de todo un poco.

ÉL.
Ah.

(Silencio un tanto embarazoso.)

ELLA.
Me gusta sobre todo hacer peinados a personas.

ÉL.
¿En serio?

ELLA.
(Entusiasmándose) Sí, y cuanto más llamativos mejor.

ÉL.
(Contagiado por el énfasis de ella) ¿Llamativos?

ELLA.
(Entusiástica) Sí, soy muy creativa ya se lo he dicho, me gusta inventarme fantasías, ¿sabe?, y es como si el pelo fuera, qué sé yo… como… como un bosque… un bosque encantado o algo así y yo creara cuentos de hadas allí, en ese sitio…

(Se detiene, ella, azorada.)

(Él sonríe.)

ELLA.
Qué tonterías digo.

(Ella que ha cambiado su rictus que ahora es tremendamente serio, toma su teléfono y se dispone a salir.)

ÉL.
No, qué va.

(Ella se detiene.)

ÉL.
Es bonito lo que ha dicho.  ¿No?

(Ella le mira extrañada.)

ÉL.
Sus clientes deben de estar contentos.

ELLA.
¿Mis clientes? (Se ríe) No lo sé. 

ÉL.
Seguro que sí.

ELLA.
Pero mis jefes, no.  A ellos no les gusta nada que sea tan fantasiosa.

ÉL.
Pues no sé qué tiene de malo la imaginación.  Además, la última palabra la tienen sus clientes, ¿no?

ELLA.
No crea…

ÉL.
¿Ah no?

ELLA.
(Sonriendo) No son gente que gaste mucha palabrería, la verdad.

ÉL.
No, si lo entiendo, a mí también me pasa, soy bastante conciso…

ELLA.
Creo que… tengo que ir al baño.

ÉL.
Genial, yo también.

ELLA.
¿Eh?

ÉL.
Qué casualidad.

ELLA.
(Apurada) Sí, pero yo… prefiero ir sola… por ahora…

ÉL.
Por supuesto, es lo normal.
Vaya, vaya usted primero.  Ya iré yo después.

ELLA.
(Algo sofocada e inconscientemente sugerente)  Supongo que podríamos ir a la vez.

ÉL.
¿De verdad?

ELLA.
(Tratando de despejar el supuesto malentendido) Cada uno a su baño.  Al baño de su sexo…

ÉL.
(Encandilado por el tintineo de la palabra.) ¿Sexo?

ELLA.
Sí, usted al de hombres y yo al de mujeres.

ÉL.
Ya, por supuesto, pero prefiero esperar para no perder la vez.  Vaya, vaya tranquila, que yo me quedo guardando el turno.

(Ella, tras unos instantes de vacilación, se decide al fin a marcharse y lo hace mediante un pequeño sprint, sofocada, y como presa de un repentino y mayúsculo azoramiento.  Ha entrado en el baño de mujeres.)

(Él ha quedado un tanto extrañado por el comportamiento de la mujer.  Sorprendido, contempla como ella sale repentinamente del baño, un tanto agobiada y se dirige hacia su macuto, que había dejado en el banco y extrae de allí un botecito y un crucifijo.  Con la misma actitud de sofoco y extrema timidez, vuelve rauda al baño.)

(Él, que ha quedado intrigado por la actitud de ella y la naturaleza de los objetos que ha llevado consigo, se dirige con cierto sigilo hacia la entrada del baño.  Una vez allí explora la posibilidad de que exista algún recoveco para asomarse.  Como no encuentra otro medio de indagar acerca de lo que está ocurriendo en el baño, se dispone a aproximar  su oreja a la puerta del mismo, pero justo en ese momento da un respingo porque se escucha un grito en el interior del habitáculo.)

(Él ha quedado atónito y tenso, totalmente estático, mirando con desconfianza hacia la puerta del servicio de mujeres.)
   
(Reaparece ella, su gesto es relajado y plácido.  Mira al hombre, un poco extrañada al pasar junto a él, porque esta plantado  en mitad de escena con expresión de mayúscula extrañeza.)

(Ella que ha tratado de mantener el crucifijo fuera del ángulo de visión del hombre como ocultándolo, guarda el objeto en un apartado de su macuto, e introduce el botecito de agua en un bolsillo de su pantalón.)

ÉL.
¿Se encuentra bien?

ELLA.
Sí, claro.

(Silencio.)

ELLA.
¿Y usted?  ¿No va al baño?

ÉL.
(Que permanece confuso)  ¿Yo?   Sí, voy a aliviarme.

(Risita pícara de ella.)

ÉL.
(Como rebobinando lo que acaba de decir) Quiero decir, aliviarme en el sentido… ya sabe…

ELLA.
(Sonriendo) Ya sé, sí.

(Él entra en el aseo de caballeros, no sin antes girar su cuello para lanzar un par de extrañadas miradas hacia ella.)

(Ella que ha quedado sola, suspira.  Luego ríe para sí.  Y reflexiona.)

ELLA.
Tener sexo, aquí, ¿a quién se le puede ocurrir una idea tan peregrina? 

(Ella, se abanica, un tanto sofocada, con la mano.)

ELLA.
¿Quién vendría a un sitio como este a ligar?  Qué disparate, además he estado en un montón de tiendas de regalo y no hay condones por ningún lado…
Condones de Mickey Mouse, estarían simpatiquísimos. 
No, aquí no están por dar facilidades.  Aquí tienes que venir con los deberes de procreación hechos. 
Pero el caso es que tiene que tener su morbazo, echar un buen quiqui escondiéndose entre los autómatas de alguna atracción, igual si lo haces con un buen ritmo se piensan las familias que es parte del espectáculo…  

(Ella ríe, pero de pronto ahoga su risa, y como si se estuviera escuchando desde fuera y no le gustara nada lo que acaba de oír, tapa su boca con un gesto instintivo.) 

ELLA.
Huy, huy, huy, pero qué cosas se me ocurren más… feas… yo no soy así…
Ay, ay, ay, no será que estoy recayendo…
Madre mía… nada más que de pensarlo me dan escalofríos. 
Pues como me de otra vez lo mío en un sitio como este, se va a armar…

(Ella se calma un poco.)

ELLA.
En fin… Dios no lo quiera… ojalá que sea una falsa alarma…

(Ella, muy nerviosa, extrae de su bolsillo el botecito con líquido y vierte unas gotas con las que moja sus dedos índice y corazón y se persigna repetidas veces, con los ojos entornados.)

ELLA.
Sí.  Seguro.  Una falsa alarma.

(Ella abre al fin los ojos con cierta sensación de alivio, y lo descubre a él que acaba de salir del baño, atónito frente a ella.)

ELLA.
(Tratando de desviar la atención) No ha venido nadie.  Seguimos siendo los primeros.

ÉL.
¿Seguimos?  Luego… ¿se va a montar?

ELLA.
Pues…

ÉL.
Que sí… mujer…

ELLA.
(Concediendo) Vaale. 

ÉL.
Genial.

ELLA.
Uff, no sé de dónde voy a sacar el valor.

(Él sonríe ilusionado.)

ELLA.
Por cierto, esto… Ya que hemos llegado a cierto punto de intimidad.

ÉL.
(Expectante) ¿Aja?

ELLA.
¿Me puede hacer una foto? 

ÉL.
Cómo no.  Encantado.

ELLA.
(Posando) ¿Si me pongo aquí se ve de fondo el castillo de cuento de hadas?

(Él afirma)

ÉL.
Quieta, por favor.

(Él hace la foto.  Ella se aproxima para ver el resultado de la instantánea en la pantalla de la cámara.)

ELLA.
¿Qué tal?

ÉL.
Mire, se ve perfectamente el castillo.  No me ha salido mal, la verdad.

ELLA.
Déjeme ver.  Sí, es preciosa.  ¿Quiere que le haga yo una foto?

ÉL.
¿A mí?

ELLA.
Sí, se le ve solo.  Como yo.

ÉL.
Ah, sí.  Aquí es raro ver a gente sola.

ELLA.
Sí… aquí casi todos son parejas…

(Silencio reflexivo.)

ELLA.
¿Usted quiere?

ÉL.
¿Pareja?

ELLA.
No… foto…

ÉL.
Ah claro… je je.   Pues… por qué no… De hecho me va a venir muy bien para un tema…

ÉL.
(Buscando una ubicación) ¿Aquí se me ve bien?

ELLA.
(Peinándole con la mano) Un momento, el flequillo le queda regular, yo lo arreglo.

ÉL.
Muy amable, se le nota la sensibilidad estética.

ELLA.
Bueno, lo intento.

ELLA.
(Con la cámara lista) Póngase.

ÉL.
Espere un momento.

(Se apresura en ir hasta la mochila y extrae de ella un pasamontañas y un periódico y un detonador y un cinturón con explosivos.)
 
(Se coloca el pasamontañas en la cabeza.)

(Le pide ayuda a la mujer, que un tanto atónita le echa una mano para colocarse el pesado cinturón de explosivos entorno al pecho.)

ÉL.
Aay.

ELLA.
(Refiriéndose al cinturón) ¿Le aprieta?

ÉL.
Un poco.

ELLA.
(Aflojándolo) Perdón.

ÉL.
Así, así está mejor.

(Luego, él toma el periódico y mira la fecha.)

ÉL.
¿Hoy qué es?

ELLA.
Hoy es 11.

ÉL.
Mierda, es de ayer.

ELLA.
¿Qué?

ÉL.
¿Tiene un boli?

ELLA.
Sí, tome.

ÉL.
Gracias.

(Con el bolígrafo trata de modificar la fecha del diario.)

ÉL.
(Comprobando la chapucera falsificación) Bueno, más o menos.

(Él retoma la pose de la foto.  Toma el detonador y lo coge con una mano y con la otra sujeta el periódico.)

ELLA.
¿Está listo?  ¿Disparo ya?

ÉL.
¿Eh?

ELLA.
La foto.

ÉL.
Sí, claro, que salga el castillo de los cuentos de hadas, por favor.

ELLA.
Ah, sí…   Sale casi todo, menos la cúpula y las banderas.

ÉL.
Pues aléjese un poquito.

ELLA.
Es que entonces no se ve bien el periódico ni el cinturón ese que lleva.

ÉL.
Vaya… bueno, haga lo que pueda.

ELLA.
Sonría.

ÉL.

ELLA.
Sonría, por favor.

ÉL.
Si estoy sonriendo.

ELLA.
Ah… es que con el pasamontañas no se nota.

ÉL.
Ya… Pues si quiere me lo recojo un poquito por la parte de la barbilla y de la boca.

ELLA.
Pruebe a ver.

(Lo hace y en efecto, sonríe.)

ELLA.
Mejor, muchísimo mejor.

(Satisfecho, sonríe más aún.)

ELLA.
Diga… patata…

ÉL.
Pa-ta-ta.

ELLA.
Ya está.  Mire a ver qué tal.

ÉL.
(Viendo la imagen en la pantalla de la cámara) A ver… bien, muy bien.

ELLA.
¿Se la envío a algún sitio?

ÉL.
¿La foto?

ELLA.
Sí, deme su dirección de correo electrónico, tengo internet en el hotel.

ÉL.
Oiga, pues si me pudiera hacer el favor de enviarlo a la prensa junto con un comunicado.

ELLA.
¿A la prensa?

ÉL.
Sí, ya sabe, al Washington Post, a la CNN, a Al Yazeera, a la BBC y a todos los demás.

ELLA.
(Cada vez más mosqueada) ¿Eh?  ¿Y para que quiere la prensa una foto de usted disfrazado?

ÉL.
(Cauto) O si no… déjelo…

ELLA.
(Alarmada)  O no es un disfraz…

(Él introduce atropelladamente el periódico y el pasamontañas en la mochila.  Y torpemente se prepara para marcharse.)

ELLA.
(Atónita) ¿Quién…

(Se marcha apresuradamente el hombre, sin dejar de mirar hacia la mujer, pero sin poder articular una frase coherente.)

ELLA.
…eres?

(Ella descubre, abandonado, el detonador, que él se ha dejado con las prisas.)

ELLA.

(Oscuro)


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