Enlace del Acto 1:
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ACTO 2.
(Al
iluminarse, comprobamos que el escenario está vacío, hasta que irrumpe ella,
sofocada, hablando una vez más por teléfono.)
ELLA.
Sí,
Dios mío, ha sido terrible, una ya no está segura en ningún sitio, un lugar tan
inocente como este, lleno de niños, cómo se puede caer tan bajo, por mucha
justificación política con que lo quieran adornar, no hay derecho, no señor.
Jesús,
qué mal rato he pasado, y más que nada de ver las caras de esas criaturas
asustadas, chillando…
¿Que
qué ha pasado? Yo se lo explico ahora
mismo.
Verá
usted, iba yo detrás de un muchacho para darle un objeto que había perdido, y
en fin no conseguía encontrarle y me ha llamado la atención un grupo de peques
que había alrededor de un personaje de estos muy famosos de dibujos animados,
en concreto los niños se estaban haciendo fotografías, y le pedían autógrafos
también, y de pronto, empiezan a sonar unas sirenas fortísimas en la megafonía
de todo el parque y sin aviso, el actor que estaba disfrazado de Goofy se ha
quitado la cabeza, y megáfono en mano,
entre acoples y gritos de histeria de los críos, ha comenzado a gritar: “los trabajadores del
parque por unas condiciones de trabajo justas”.
Las
atracciones se han parado todas a la vez y los trabajadores del parque han
hecho explotar unos petardos gordísimos.
Ha
sido un minuto de paro, pero qué minuto más largo, luego todo ha vuelto a
funcionar, Goofy se ha puesto de nuevo la cabeza, juguetón, mientras los niños
se frotaban los ojos como despertando de un mal sueño.
Sí,
ha sido eso, como una pesadilla.
A
mí me parece fatal, yo había oído que los ánimos estaban muy tensos en los
trabajadores del parque por la ampliación de jornada y los despidos, pero
hombre, se puede protestar dentro de unos límites…
(Aparece
él, en escena. Ella lo descubre.)
ELLA.
(Al
teléfono) …Perdón, tengo que colgar, gracias por escucharme, muy amable… ¡Oiga,
no es necesario ponerse groseros, y no, no pienso enviarle la fotografía mía
desnuda de la que le hablé, adiós…!
(Ella
cuelga.)
ÉL.
(Que
se había situado en el umbral del zigzagueante acceso previo a la atracción) Yo
soy el último.
ELLA.
¿Qué?
ÉL.
¿Se
acuerda de mí?
ELLA.
Sí
claro, antes me ha preguntado que si me iba a montar en la atracción.
ÉL.
Pues
he decidido montarme. Y si se anima a
ponerse en la cola, yo soy el último.
ELLA.
Ah.
ÉL.
Quiere
que le de a usted la vez.
ELLA.
No,
no se preocupe, gracias.
ÉL.
Está
en la cola, ¿no?
ELLA.
Bueno,
supongo que técnicamente sí, pero no creo que me atreva a montarme.
ÉL.
¿Y
qué hace aquí, entonces?
ELLA.
Pues
no lo sé, la verdad.
ÉL.
¿No
lo sabe? Este parque es muy grande. Algo debe de haber en este rincón que le
interese.
ELLA.
El
caso es que yo estaba buscando la atracción de “Peter Pan”, y me he puesto a
dar vueltas y no la he podido encontrar, de hecho todavía no he conseguido
montarme en nada, ¿puede usted creerlo? En todos lados o había demasiada cola o
no encontraba el acceso de la atracción, tengo muy poco sentido de la
orientación, me temo, y el caso es que al final, sin querer he llegado otra vez
aquí, o sea que…
ÉL.
O
sea qué…
ELLA.
Que
en algo tendré que montarme, tarde o temprano, espero, digo yo.
ÉL.
O
sea que está en la cola.
ELLA.
Pues
no sé…
(Ella
trasteaba en su bolso en el diálogo anterior y ahora ha extraído un objeto del
mismo.)
ELLA.
En
realidad también he vuelto para devolverle esto.
ÉL.
(Tomando
la grabadora que ella le ofrece) Ah, la tiene usted.
ELLA.
Sí. Ha vuelto usted para buscarla, ¿no?
ÉL.
Sí
claro. Aquí grabo… tonterías… para
cosas… imaginarias…
(Gesto
atónito de ella.)
ÉL.
No
ha escuchado el contenido ¿verdad?
ELLA.
No.
ÉL.
Mejor.
ELLA.
¿Y
qué clase de cosas graba ahí?
ÉL.
Pues
son cosas para… una historia.
ELLA.
Genial. Un escritor.
Yo también soy muy creativa.
Soy
peluquera.
ÉL.
¿Sí?
ELLA.
Sí.
(Silencio.)
ÉL.
(Tratando
de encontrar conversación) ¿Y qué cosas hace?
ELLA.
¿En
la peluquería? Pues de todo un poco.
ÉL.
Ah.
(Silencio
un tanto embarazoso.)
ELLA.
Me
gusta sobre todo hacer peinados a personas.
ÉL.
¿En
serio?
ELLA.
(Entusiasmándose)
Sí, y cuanto más llamativos mejor.
ÉL.
(Contagiado
por el énfasis de ella) ¿Llamativos?
ELLA.
(Entusiástica)
Sí, soy muy creativa ya se lo he dicho, me gusta inventarme fantasías, ¿sabe?,
y es como si el pelo fuera, qué sé yo… como… como un bosque… un bosque
encantado o algo así y yo creara cuentos de hadas allí, en ese sitio…
(Se
detiene, ella, azorada.)
(Él
sonríe.)
ELLA.
Qué
tonterías digo.
(Ella
que ha cambiado su rictus que ahora es tremendamente serio, toma su teléfono y
se dispone a salir.)
ÉL.
No,
qué va.
(Ella
se detiene.)
ÉL.
Es
bonito lo que ha dicho. ¿No?
(Ella
le mira extrañada.)
ÉL.
Sus
clientes deben de estar contentos.
ELLA.
¿Mis
clientes? (Se ríe) No lo sé.
ÉL.
Seguro
que sí.
ELLA.
Pero
mis jefes, no. A ellos no les gusta nada
que sea tan fantasiosa.
ÉL.
Pues
no sé qué tiene de malo la imaginación. Además ,
la última palabra la tienen sus clientes, ¿no?
ELLA.
No
crea…
ÉL.
¿Ah
no?
ELLA.
(Sonriendo)
No son gente que gaste mucha palabrería, la verdad.
ÉL.
No,
si lo entiendo, a mí también me pasa, soy bastante conciso…
ELLA.
Creo
que… tengo que ir al baño.
ÉL.
Genial,
yo también.
ELLA.
¿Eh?
ÉL.
Qué
casualidad.
ELLA.
(Apurada)
Sí, pero yo… prefiero ir sola… por ahora…
ÉL.
Por
supuesto, es lo normal.
Vaya,
vaya usted primero. Ya iré yo después.
ELLA.
(Algo
sofocada e inconscientemente sugerente) Supongo que podríamos ir a la vez.
ÉL.
¿De
verdad?
ELLA.
(Tratando
de despejar el supuesto malentendido) Cada uno a su baño. Al baño de su sexo…
ÉL.
(Encandilado
por el tintineo de la palabra.) ¿Sexo?
ELLA.
Sí,
usted al de hombres y yo al de mujeres.
ÉL.
Ya,
por supuesto, pero prefiero esperar para no perder la vez.
Vaya , vaya tranquila, que yo me quedo guardando el
turno.
(Ella,
tras unos instantes de vacilación, se decide al fin a marcharse y lo hace
mediante un pequeño sprint, sofocada, y como presa de un repentino y mayúsculo
azoramiento. Ha entrado en el baño de
mujeres.)
(Él
ha quedado un tanto extrañado por el comportamiento de la mujer. Sorprendido , contempla como
ella sale repentinamente del baño, un tanto agobiada y se dirige hacia su macuto,
que había dejado en el banco y extrae de allí un botecito y un crucifijo. Con la misma actitud de sofoco y extrema
timidez, vuelve rauda al baño.)
(Él,
que ha quedado intrigado por la actitud de ella y la naturaleza de los objetos
que ha llevado consigo, se dirige con cierto sigilo hacia la entrada del
baño. Una vez allí explora la
posibilidad de que exista algún recoveco para asomarse. Como no encuentra otro medio de indagar
acerca de lo que está ocurriendo en el baño, se dispone a aproximar su oreja a la puerta del mismo, pero justo en
ese momento da un respingo porque se escucha un grito en el interior del habitáculo.)
(Él
ha quedado atónito y tenso, totalmente estático, mirando con desconfianza hacia
la puerta del servicio de mujeres.)
(Reaparece
ella, su gesto es relajado y plácido.
Mira al hombre, un poco extrañada al pasar junto a él, porque esta
plantado en mitad de escena con
expresión de mayúscula extrañeza.)
(Ella
que ha tratado de mantener el crucifijo fuera del ángulo de visión del hombre
como ocultándolo, guarda el objeto en un apartado de su macuto, e introduce el
botecito de agua en un bolsillo de su pantalón.)
ÉL.
¿Se
encuentra bien?
ELLA.
Sí,
claro.
(Silencio.)
ELLA.
¿Y
usted? ¿No va al baño?
ÉL.
(Que
permanece confuso) ¿Yo? Sí, voy a aliviarme.
(Risita
pícara de ella.)
ÉL.
(Como
rebobinando lo que acaba de decir) Quiero decir, aliviarme en el sentido… ya
sabe…
ELLA.
(Sonriendo)
Ya sé, sí.
(Él
entra en el aseo de caballeros, no sin antes girar su cuello para lanzar un par
de extrañadas miradas hacia ella.)
(Ella
que ha quedado sola, suspira. Luego ríe
para sí. Y reflexiona.)
ELLA.
Tener
sexo, aquí, ¿a quién se le puede ocurrir una idea tan peregrina?
(Ella,
se abanica, un tanto sofocada, con la mano.)
ELLA.
¿Quién
vendría a un sitio como este a ligar?
Qué disparate, además he estado en un montón de tiendas de regalo y no
hay condones por ningún lado…
Condones
de Mickey Mouse, estarían simpatiquísimos.
No,
aquí no están por dar facilidades. Aquí
tienes que venir con los deberes de procreación hechos.
Pero
el caso es que tiene que tener su morbazo, echar un buen quiqui escondiéndose
entre los autómatas de alguna atracción, igual si lo haces con un buen ritmo se
piensan las familias que es parte del espectáculo…
(Ella
ríe, pero de pronto ahoga su risa, y como si se estuviera escuchando desde
fuera y no le gustara nada lo que acaba de oír, tapa su boca con un gesto
instintivo.)
ELLA.
Huy,
huy, huy, pero qué cosas se me ocurren más… feas… yo no soy así…
Ay,
ay, ay, no será que estoy recayendo…
Madre
mía… nada más que de pensarlo me dan escalofríos.
Pues
como me de otra vez lo mío en un sitio como este, se va a armar…
(Ella
se calma un poco.)
ELLA.
En
fin… Dios no lo quiera… ojalá que sea una falsa alarma…
(Ella,
muy nerviosa, extrae de su bolsillo el botecito con líquido y vierte unas gotas
con las que moja sus dedos índice y corazón y se persigna repetidas veces, con
los ojos entornados.)
ELLA.
Sí. Seguro.
Una falsa alarma.
(Ella
abre al fin los ojos con cierta sensación de alivio, y lo descubre a él que
acaba de salir del baño, atónito frente a ella.)
ELLA.
(Tratando
de desviar la atención) No ha venido nadie.
Seguimos siendo los primeros.
ÉL.
¿Seguimos? Luego… ¿se va a montar?
ELLA.
Pues…
ÉL.
Que
sí… mujer…
ELLA.
(Concediendo)
Vaale.
ÉL.
Genial.
ELLA.
Uff,
no sé de dónde voy a sacar el valor.
(Él
sonríe ilusionado.)
ELLA.
Por
cierto, esto… Ya que hemos llegado a cierto punto de intimidad.
ÉL.
(Expectante)
¿Aja?
ELLA.
¿Me
puede hacer una foto?
ÉL.
Cómo
no. Encantado.
ELLA.
(Posando)
¿Si me pongo aquí se ve de fondo el castillo de cuento de hadas?
(Él
afirma)
ÉL.
Quieta,
por favor.
(Él
hace la foto. Ella se aproxima para ver
el resultado de la instantánea en la pantalla de la cámara.)
ELLA.
¿Qué
tal?
ÉL.
Mire,
se ve perfectamente el castillo. No me
ha salido mal, la verdad.
ELLA.
Déjeme
ver. Sí, es preciosa. ¿Quiere que le haga yo una foto?
ÉL.
¿A
mí?
ELLA.
Sí,
se le ve solo. Como yo.
ÉL.
Ah,
sí. Aquí es raro ver a gente sola.
ELLA.
Sí…
aquí casi todos son parejas…
(Silencio
reflexivo.)
ELLA.
¿Usted
quiere?
ÉL.
¿Pareja?
ELLA.
No…
foto…
ÉL.
Ah
claro… je je. Pues… por qué no… De
hecho me va a venir muy bien para un tema…
ÉL.
(Buscando
una ubicación) ¿Aquí se me ve bien?
ELLA.
(Peinándole
con la mano) Un momento, el flequillo le queda regular, yo lo arreglo.
ÉL.
Muy
amable, se le nota la sensibilidad estética.
ELLA.
Bueno,
lo intento.
ELLA.
(Con
la cámara lista) Póngase.
ÉL.
Espere
un momento.
(Se
apresura en ir hasta la mochila y extrae de ella un pasamontañas y un periódico
y un detonador y un cinturón con explosivos.)
(Se
coloca el pasamontañas en la cabeza.)
(Le
pide ayuda a la mujer, que un tanto atónita le echa una mano para colocarse el pesado
cinturón de explosivos entorno al pecho.)
ÉL.
Aay.
ELLA.
(Refiriéndose
al cinturón) ¿Le aprieta?
ÉL.
Un
poco.
ELLA.
(Aflojándolo)
Perdón.
ÉL.
Así,
así está mejor.
(Luego,
él toma el periódico y mira la fecha.)
ÉL.
¿Hoy
qué es?
ELLA.
Hoy
es 11.
ÉL.
Mierda,
es de ayer.
ELLA.
¿Qué?
ÉL.
¿Tiene
un boli?
ELLA.
Sí,
tome.
ÉL.
Gracias.
(Con
el bolígrafo trata de modificar la fecha del diario.)
ÉL.
(Comprobando
la chapucera falsificación) Bueno, más o menos.
(Él
retoma la pose de la
foto. Toma el
detonador y lo coge con una mano y con la otra sujeta el periódico.)
ELLA.
¿Está
listo? ¿Disparo ya?
ÉL.
¿Eh?
ELLA.
La
foto.
ÉL.
Sí,
claro, que salga el castillo de los cuentos de hadas, por favor.
ELLA.
Ah,
sí… Sale casi todo, menos la cúpula y
las banderas.
ÉL.
Pues
aléjese un poquito.
ELLA.
Es
que entonces no se ve bien el periódico ni el cinturón ese que lleva.
ÉL.
Vaya…
bueno, haga lo que pueda.
ELLA.
Sonría.
ÉL.
…
ELLA.
Sonría,
por favor.
ÉL.
Si
estoy sonriendo.
ELLA.
Ah…
es que con el pasamontañas no se nota.
ÉL.
Ya…
Pues si quiere me lo recojo un poquito por la parte de la barbilla y de la
boca.
ELLA.
Pruebe
a ver.
(Lo
hace y en efecto, sonríe.)
ELLA.
Mejor,
muchísimo mejor.
(Satisfecho,
sonríe más aún.)
ELLA.
Diga…
patata…
ÉL.
Pa-ta-ta.
ELLA.
Ya
está. Mire a ver qué tal.
ÉL.
(Viendo
la imagen en la pantalla de la cámara) A ver… bien, muy bien.
ELLA.
¿Se
la envío a algún sitio?
ÉL.
¿La
foto?
ELLA.
Sí,
deme su dirección de correo electrónico, tengo internet en el hotel.
ÉL.
Oiga,
pues si me pudiera hacer el favor de enviarlo a la prensa junto con un
comunicado.
ELLA.
¿A
la prensa?
ÉL.
Sí,
ya sabe, al Washington Post, a la CNN, a Al Yazeera, a la BBC y a todos los
demás.
ELLA.
(Cada
vez más mosqueada) ¿Eh? ¿Y para que
quiere la prensa una foto de usted disfrazado?
ÉL.
(Cauto)
O si no… déjelo…
ELLA.
(Alarmada) O no es un disfraz…
(Él
introduce atropelladamente el periódico y el pasamontañas en la mochila. Y torpemente se prepara
para marcharse.)
ELLA.
(Atónita)
¿Quién…
(Se
marcha apresuradamente el hombre, sin dejar de mirar hacia la mujer, pero sin
poder articular una frase coherente.)
ELLA.
…eres?
(Ella
descubre, abandonado, el detonador, que él se ha dejado con las prisas.)
ELLA.
…
(Oscuro)
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