sábado, 9 de marzo de 2013

Inicio de mi texto teatral "Los Amigos" Accesit III Certamen Nacional Textos Teatrales Monteluna. Universidad de Huelva. Editado por el Ayuntamiento de Cartaya y la Universidad de Huelva.



Escena 1. 
PABLO Y CELIA SE CONOCEN.

(En escena PABLO y CELIA.  Él camina de un lado a otro confuso, ella le aborda de pronto)

CELIA.
Oiga, señor.

PABLO.
¿Qué?

CELIA.
Sabía usted que vivimos en una democracia.

PABLO.
Algo había oído.

CELIA.
¿Y que todos tenemos derechos humanos?



PABLO.
Vale, muy bien.

CELIA.
Y la droga mata y el tabaco también, ¿de acuerdo?

PABLO.
De acuerdo, de acuerdo. ¿Un cigarrillo?

CELIA.
Gracias, lo necesitaba.

PABLO.
Tome.

CELIA.
¿Fuego, tiene?


PABLO.
Claro, claro.

CELIA.
Hmmm, qué placer.

PABLO.
Sí.

CELIA.
Es puteante este trabajo.

PABLO.
¿El suyo?

CELIA.
Sí.

PABLO.
¿En qué consiste?

CELIA.
Publicidad del poder, fundamentalmente.

PABLO.
¿Está bien pagado?

CELIA.
Una miseria, no crea.  Es una campaña persona a persona para convencer a la ciudadanía de tres o cuatro chorradas. 

PABLO.
Ya veo.

CELIA.
Y de tanto repetirlas, creo que voy a terminar por creérmelas. ¿Me da otro cigarrillo para luego?

PABLO.
Es que me estoy quitando, pero tome.


CELIA.
Sí, todos nos estamos quitando, por eso fumamos más que nunca.

PABLO.
Es verdad.

CELIA.
Y usted, ¿qué?

PABLO.
Yo soy suicida.

CELIA.
¿Suicida?, no me diga.  Pues para ser suicida le veo muy bien.

PABLO.
No, porque ahora mismo no ejerzo.

CELIA.
Ah, ya decía yo.

PABLO.
Además soy más bien suicida platónico.  Veo un árbol y me enamoro de una de sus ramas altas, la idealizo imaginándole una soga atada alrededor.  

CELIA.
Qué bonito.

PABLO.
Y eso mismo me pasa con las ventanas de los pisos altos, me veo yo allí arriba encaramado, con un pie en la cornisa y otro en el vacío.

CELIA.
Le gustarán a usted un montón los puentes.

PABLO.
(Entusiasmado) Me encantan. ¿Y a usted?

CELIA.
Bueno, no están mal.  Yo que sé.


PABLO.
Lo que pasa es que no me atrevo a consumar mis deseos.  Soy muy tímido, muy inseguro.

CELIA.
Mala cosa, es ésa.

PABLO.
Ya, pero hay que aceptarse como uno es.

CELIA.
Bueno, pues yo tendría que seguir con lo mío de convencer a la gente.

PABLO.
¿Ya se va?

CELIA.
Hombre, no me apetece, pero una tiene que ganarse el jornal.

PABLO.
Ya, claro.  Por cierto, ¿cuánto le debo?

CELIA.
¿A mí, por qué?

PABLO.
Pues por la publicidad de antes.

CELIA.
No, si esto es gratuito para el ciudadano.

PABLO.
Ah, vale, vale.

CELIA.
Está subvencionao.  Pero bueno, propinas sí que acepto.

PABLO.
Ah, pues voy a ver si llevo suelto.


CELIA.
Pero no se sienta obligado, ¿eh?

PABLO.
No, claro que no.

CELIA.
Si usted siente que los consejos que yo le he dado le han sido de utilidad.

PABLO.
Sí, supongo que sí, siempre es bueno que a uno le recuerden por ejemplo lo de los derechos humanos, ¿no?

CELIA.
¿Sí?  ¿Usted cree?

PABLO.
¿No?

CELIA.
Yo es que no creo mucho en los derechos humanos.  En general soy incrédula de todo.  Menos de religión, claro.

PABLO.
Ah, en la religión ¿sí cree?

CELIA.
Sí, en la religión, sí.

PABLO.
¿Y en cuál cree usted?

CELIA.
Yo en todas.  Cada una tiene su cosa, ¿no?

PABLO.
¿Pero de cuál es usted?

CELIA.
Yo practico casi todas.  Por si acaso.  Así tengo más probabilidades de estar practicando la correcta, ¿no?

PABLO.
Hombre, supongo que sí.

CELIA.
¿Para qué me voy a arriesgar, eligiendo una nada más?  Imagínese que no fuese la verdadera, la buena, la auténtica.


PABLO.
Ya, ya.

CELIA.
Por eso.

PABLO.
Pero estará usted bien puteada.

CELIA.
¿Yo, por qué?

PABLO.
Joder, porque si sumamos todas las cosas que prohíben todas las religiones, no podrá hacer nada.   Casi cualquier cosa que haga será pecao.

CELIA.
Sí, bueno.  Pero no se crea, eso es si se ven las religiones en negativo, pero si se ven en positivo, lo que pasa es lo contrario, yo puedo hacer cualquier cosa, porque si sumamos todas las cosas que permiten hacer todas las religiones, es que... me pongo las botas.

PABLO.
No joda.

CELIA.
Pues claro.  Precisamente me he metido ahora a practicar una religión de los indígenas de la Polinesia, que es que puedes hacer de todo, no te prohíben hacer nada de nada.  Y no sólo eso sino que hasta es obligatorio hacer ciertas cosas que de otra manera para mí, serían totalmente tabú.

PABLO.
No joda.

CELIA.
Como lo oye.

PABLO.
Pues qué curioso que es este mundo de las religiones.

CELIA.
Ya lo creo, y mucho más rico y más divertido de lo que se imagina.

PABLO.
Vaya.

CELIA.
Sí, sí.







Escena 2.

BLAS Y SALVADORA SE CONOCEN.

 (En el suelo BLAS, pide limosna, junto a él, de pié, SALVADORA, le escucha con interés)

 

BLAS.

Yo soy un triunfador, no se equivoque.  He ganado de todo, una quiniela de doce, un peluche en la tómbola y un montón de reintegros de la lotería... me gusta ganar, no lo puedo evitar.  Y también me gusta mucho el arroz con leche, aunque no venga a cuento.

 

SALVADORA.

No, en realidad no.

 

BLAS.

Por eso, esto para mí es una vergüenza muy grande, pero...

 

SALVADORA.

No tiene que avergonzarse hombre, a quién más y a quién menos, le puede gustar bastante el arroz con leche.

 

BLAS.

No, si yo me avergüenzo de lo de tener que pedir limosna, aquí en mitad de la vía pública.

 

SALVADORA.

Ah, ¿es eso?  Tome.

 

(Le da una moneda)

 

BLAS.

Ché.  Pero es para un vicio, que conste.

 

SALVADORA.

Ah.

 

BLAS.

Yo es que soy muy  vicioso y tal, no puedo evitarlo, me meto en todos los vicios, es superior a mí.  Soy vicioso, pero sincero, ¿sabe?, no por nada, ni por ética, que yo la ética me la paso por el forro, lo que pasa es que no sé.  No sé mentir.

 

SALVADORA.

¿No sabe mentir?

 

BLAS.

No sé mentir, no.  Y por eso me veo como me veo.  Por decir la verdad.

 

SALVADORA.

¿Y eso?

 

BLAS.

Joer, que resulta que soy drogadicto, pero de los de barrio, de los de  familia obrera, y como cuando se lo confesé a mi familia, lo de la adicción,  me echaron a patás del domicilio paterno y materno, pues me tuve que ver obligado al sector de la delincuencia mayormente.  Pero el tema es que no falla, cada vez que pego un palo, me detienen fijo.

 

SALVADORA.

Ah, ¿sí?  ¿Por qué?

 

BLAS.

Por culpa del chivatazo.

 

SALVADORA.

Le delatan sus compinches, ¿verdad?

 

BLAS.

Que no, que soy yo el chivato, bueno el sincero.  Es que es más fuerte que yo, tengo que decir siempre, siempre, la verdad, y así me va.

 

SALVADORA.

Entiendo.  Qué bonito ejemplo de filantropía el suyo.

 

BLAS.

Bueno, si usted lo dice... pero putea.

 

SALVADORA.

Es usted tremendo.  Me encanta.

 

BLAS.

¿Le encanto?

 

SALVADORA.

Ajá.

 

BLAS.

Gracias mujer.

 

SALVADORA.

No hay de qué, hombre.

 

BLAS.

Oiga.  Si no es demasiada curiosidad, ¿yo puedo hacerle a usted una pregunta, que yo me pregunto?

 

SALVADORA.

Adelante, adelante.

 

BLAS.

¿Y usted por qué sonríe todo el rato?

 

SALVADORA.

¿Yo?  Nada, porque me han encontrado una enfermedad terminal, y estoy super ilusionada.

 

BLAS.

No joda. ¿Una enfermedad?

 

SALVADORA.

Terminal, sí.

 

BLAS.

De las de morirse pronto.

 

SALVADORA.

De ésas, de ésas.

 

BLAS.

Qué puteo, ¿no?

 

SALVADORA.

Qué va, para nada, todavía me queda un año de vida.

 

BLAS.

Jodeerr.

 

SALVADORA.

Y lo voy a aprovechar a tope ¿sabe?  Bueno y tengo tiempo de sobra para cumplir mi misión

 

BLAS.

¿Misión?, ¿es usted agente espía o algo?

 

SALVADORA.

No, soy una paisana normal y corriente.

 

BLAS.

Pero con misión.

 

SALVADORA.

Exacto, con misión.

 

BLAS.

Pero, ¿qué clase de misión? ¿De misionera?

 

SALVADORA.

No, qué va. Yo, bueno, lo mío, es únicamente que voy a cambiar el mundo.

 

BLAS.

Ah.

 

SALVADORA.

Sí.

 

BLAS.

El mundo. ¿Cuál mundo?

 

SALVADORA.

Éste.  No sé.  El nuestro.

 

BLAS.

¿El nuestro?

 

SALVADORA.

Sí, claro, el nuestro, el suyo y el mío.

 

BLAS.

¿El suyo y el mío?

 

SALVADORA.

Sí, y el de más gente, claro… ji, ji.

 

BLAS.

Se está usted quedando conmigo todo el rato, ¿eh golfa?

 

SALVADORA.

¿Qué?

 

BLAS.

No.  No se está quedando conmigo, por la cara que ha puesto, yo para mí que habla en serio.

 

SALVADORA.

Sí, sí, claro, yo siempre hablo en serio.  Me pasa como a usted con lo de mentir.  Yo no sé hacer bromas, soy muy torpe, ji,ji.  No me sale.

 

BLAS.

Ya.


SALVADORA.

No se me da bien.

 

BLAS.

Lo de las bromas no se le da bien.

 

SALVADORA.

No. Se me da fatal.

 

BLAS.

Pero lo de cambiar el mundo, sí se le da bien.

 

SALVADORA.

Ah sí, eso fenomenal.  Claro.

 

BLAS.

Ah.

 

SALVADORA.

Yo he nacido para cambiar el mundo.  Sí.  Eso está claro, claro, superclaro.

 

BLAS.

Ya. ¿Y en qué sentido va a ser el cambio?  Lo digo para irme preparando el cuerpo.

 

SALVADORA.

En positivo.

 

BLAS.

En positivo, eso está bien.

 

SALVADORA.

Sí, voy a hacer que todo sea feliz, ideal y eso.

 

BLAS.

Bueno, bueno, qué notición, ¿no?

 

SALVADORA.

Sí, bueno, yo ya lo tengo asumido y no le doy mayor importancia.  Pero entiendo que a usted que le pilla de nuevas, pues, le haga ilusión saberlo.

 

BLAS.

Sí.

 

SALVADORA.

Ajá.

 

BLAS.

Un mundo feliz, ¿No?

 

SALVADORA.

Sí, sí, sí.

 

BLAS.

Ah.

 

SALVADORA.

Este año, además, va a tener que ser.  Porque ahora cuando he recogido los análisis del médico, pues, resulta que es el tiempo que me queda.  Pero fenomenal, yo me lo tomo todo en plan positivo.  Así tengo que correr más, y así hago más feliz a la gente en menos tiempo.

 

BLAS.

Vaya. Malegro.

 

SALVADORA.

Sí.  Normal.

 

BLAS.

Pero lo de su enfermedad, es seguro, entonces.

 

SALVADORA.

Sí, sí.  Irreversible del todo.  Aquí lo pone en el papelito.  Tome, mire.

 

BLAS.

(Leyendo el papel que le acaba de dar SALVADORA) Eh, sí.  Irreversible del todo.  Es verdad.

 

SALVADORA.

Eso es. Sí.  Yo no suelo mentir, tampoco, no.

 

BLAS.

Ya veo, ya.

 

SALVADORA.

Y bueno, en un año, tengo tiempo de sobra.  Así que váyase preparando que en unos meses todos sus problemas se han acabado.

 

(SALVADORA se pone en cuclillas para observar de cerca el rostro de BLAS)

 

SALVADORA.

¿Qué le pasa, por qué llora?

 

BLAS.

No lloro.  Bueno, sí lloro, es que no puedo mentir, ¿lo ve... señora...?

 

SALVADORA.

Soy Salvadora.

 

BLAS.

Yo soy Blas.

 

SALVADORA.

Tanto gusto.

 

(Se dan dos besos en las mejillas de presentación)

 

BLAS.

En fin, Salvadora, que me da mucha lástima usted.

 

SALVADORA.

¿Lástima yo? Qué tontería.  Si soy superfeliz.

 

BLAS.

Ea, eso es, que es usted una infeliz.

 

SALVADORA.

¿Qué?

 

BLAS.

Nada mujer, yo no puedo quitarle a usted la ilusión.

 

SALVADORA.

¿A qué se refiere?

 

BLAS.

Está usted tan gilipollas que me ha hecho reconsiderar mi vida. Y perdone lo de gilipollas pero es que...

 

SALVADORA.

Ya sé, que no puede usted...

 

BLAS.

Eso.

 

SALVADORA.

Bueno.

 

BLAS.

Y en fin, que me voy a quitar de las drogas y todo.

 

SALVADORA.

¿Sí?

 

BLAS.

Por mis muertos.

 

SALVADORA.

Como quiera.


BLAS.

Porque yo creía que no podía existir nadie más desgraciao que yo, y cuchi por donde, resulta que estaba equivocado.

 

SALVADORA.

No, pero si yo...

 

BLAS.

Y la voy a ayudar a usted, a cambiar el mundo, porque en un año no sé yo…

 

SALVADORA.

No se moleste, hombre de Dios. Si tengo tiempo de sobra.

 

BLAS.

Bueno, por si acaso.

 

(Se marchan juntos)





Escena 3.

INTERCAMBIO DE PAREJAS.

 

(En escena CELIA y PABLO, miran hacia todos lados con curiosidad, están en un lugar al que nunca antes habían ido.  Irrumpen luego, con cierta timidez, BLAS Y SALVADORA)

 

CELIA.

Hola.

 

BLAS.

¿Qué hay?

 

SALVADORA.

Buenas.

 

PABLO.

Buenas.

 

SALVADORA.

¿Aquí es lo del intercambio de parejas?

 

PABLO.

Sí señorita.

 

BLAS.

Ah.

 

CELIA.

Aquí mismo es.

 

SALVADORA.

Vaya.

 

PABLO.

Sí.

 

CELIA.

¿Ustedes vienen?

 

 

BLAS.

A lo del intercambio.

 

SALVADORA.

Sí.

 

PABLO.

Vaya.

 

CELIA.

Ajá.

 

PABLO.

Muy bien.

 

SALVADORA.

Sí.

 

BLAS.

¿Por probar?

 

PABLO.

Claro.

 

SALVADORA.

Sí.

 

PABLO.

Por probar.

 

SALVADORA.

Cosas nuevas.

 

CELIA.

Ya.

 

BLAS.

¿Ustedes son pareja?

 

 

PABLO.

Sí, sí.  Bueno.  Pareja no, pero somos amigos.  ¿No?

 

CELIA.

Lo que tú quieras.

 

PABLO.

Vale, pues sí, somos amigos.

 

BLAS.

Ah.

 

PABLO.

¿Y ustedes?

 

SALVADORA.

Nosotros nos acabamos de conocer.

 

BLAS.

Pero ya estamos un poco hartos y queremos abrirnos un poco.

 

CELIA.

Ajá.

 

PABLO.

¿Por probar?

 

BLAS.

Claro.

 

CELIA.

Claro.  Igual que nosotros. 

 

PABLO.

La monotonía es muy mala.

 

BLAS.

Bueno, pues vamos a intercambiarnos, venga.

 

CELIA.

Vamos.

 

SALVADORA.

Sí.

 

PABLO.

Eso.

 

BLAS.

A intercambiarse, venga.

 

CELIA.

Venga.

 

(Se intercambian)

 

PABLO.

Ya estamos intercambiados, ¿no?

 

SALVADORA.

Pues…

 

CELIA.

Supongo…

 

SALVADORA.

Aunque...

 

BLAS.

Oye.

 

PABLO.

¿Qué?

 

BLAS.

Es que.

 

PABLO.

¿Qué?

 

BLAS.

Que yo prefiero con una chica.

 

 

PABLO.

Ya, y yo.  Pero da mucho corte.

 

BLAS.

Sí, pero, yo es que soy heterosexual.

 

PABLO.

Y yo también.

 

BLAS.

¿Entonces?

 

PABLO.

¿Qué?

 

BLAS.

Que lo normal, entonces, es que nos vayamos cada uno con una chica.

 

PABLO.

Sí, ¿no?

 

BLAS.

Sí.

 

PABLO.

Bueno, yo qué sé, es que como en el gimnasio, los chicos se meten en el vestuario de los chicos y las chicas con las chicas.

 

BLAS.

Ya, pero esto es diferente.

 

PABLO.

Vale, pues por mí mejor.

 

BLAS.

Esperad chicas.

 

ELLAS.

¿Eh?

 

PABLO.

Que hemos pensado, que a lo mejor es mejor que nos mezclemos chicos con chicas.

 

CELIA.

Uff menos mal.  Nos habíamos asustado.

 

SALVADORA.

Sí, así de primeras creíamos que...

 

PABLO.

Jejeje.

 

BLAS.

Que nos habíamos vuelto gays.

 

SALVADORA.

Sí, claro, como nos acabamos de conocer casi... pues no sabemos los gustos de cada uno.

 

CELIA.

Aunque yo soy bisexual ¿eh? A mí no me habría importado.

 

SALVADORA.

No. Ni a mí.

 

BLAS.

¿Y a ti?

 

PABLO.

Yo qué sé.  Si acaso por probar...

 

 

 

 

 

 

 

 

Escena 4.

EL EMBARAZO.

 

 

(Está PABLO sólo, en escena, tratando de hacer nudos con una cuerda, de pronto irrumpe CELIA, con un test de embarazo en las manos)

 

CELIA.

Estoy embarazada.

 

PABLO.

¿Eh?

 

CELIA.

Sí.

 

PABLO.

No puede ser.

 

CELIA.

¿Por qué?

 

PABLO.

Porque no hicimos nada en el intercambio de parejas.

 

CELIA.

¿Ah, tú no?

 

PABLO.

No, ni tú, ¿verdad?

 

CELIA.

Pues...

 

PABLO.

No me jodas.  ¿Me fuiste infiel?

 

CELIA.

Nos acabábamos de conocer.

 

PABLO.

Razón de más;  no podías estar cansada de mí.  No te había dado tiempo.

 

CELIA.

Sí.  Pero estábamos allí, en un sitio dedicado al sexo, pues yo creía que...

 

PABLO.

¿Qué?  ¿Entonces si pisas una funeraria te tienes que morir a la fuerza?

 

CELIA.

No.

 

PABLO.

¿Entonces?

 

CELIA.

¿Por qué fuimos a un sitio así, si eres tan celoso?

 

PABLO.

Pues no sé, por ir a alguna parte.  Yo qué sé.  No había que follar a la fuerza si no querías.  Es como si vas a un bar y no bebes alcohol.  Te puedes pedir un zumo de tomate y nadie te va a echar de allí.

 

CELIA.

Sí, eso es verdad.  Jo.  Me siento fatal.

 

PABLO.

¿Y de quién es la criatura?

 

CELIA.

No sé. 

 

PABLO.

Tú sabrás con quién te lo hiciste.

 

CELIA.

Con quienes...

 

 

PABLO.

Eh...  ¿Sí?...  ¿Con quienes?

 

CELIA.

Con Blas y con Salvadora.

 

PABLO.

Qué promiscuidad, virgen santa.

 

CELIA.

Es que ella se aburría contigo y...

 

PABLO.

Pues a mí me dijo que se lo estaba pasando fenomenal, que le encantaban mis poesías.

 

CELIA.

Quizás para no herirte.

 

PABLO.

No creo, parecía disfrutar tela, sobre todo con los versos endecasílabos.  Le recité cuatro sonetos.

 

CELIA.

Me temo que no fueron suficientes cuatro sonetos para dejarla satisfecha...

 

PABLO.

¿No?

 

CELIA.

Créeme: No.

 

PABLO.

Lo sabía, tenía que haberle recitado una égloga.

 

CELIA.

¿Una égloga?

 

PABLO.

Es más sexy, ¿no crees?

 

CELIA.

Regular...

 

PABLO.

Bueno, el caso es que algo habrá que hacer con lo que venga, la criatura, y eso...

 

CELIA.

No te preocupes, voy a abortar.

 

PABLO.

¿Estás loca?

 

CELIA.

¿Por qué?

 

PABLO.

No sé, podrías hacerle daño.

 

CELIA.

De eso se trata.

 

PABLO.

Pero eso es cruel.

 

CELIA.

No es cruel.  Por Dios, es sólo un puñado de células.

 

PABLO.

Igual que tú y que yo.  Un elefante, de hecho, también es un puñado de células, sólo que más grandes...

 

CELIA.

Lo que yo tengo dentro no es todavía una persona, ni mucho menos.

 

PABLO.

¿Cómo lo sabes?

 

CELIA.

Lo sé.  Me pusieron un vídeo de pequeña en el colegio.

 

PABLO.

¿A qué clase de colegio fuiste tú?  Normalmente en los colegios siempre ponen un vídeo en contra del aborto.

 

CELIA.

Pues en el mío no.  Me crié en un país del tercer mundo superpoblado, en el que hay una tasa demográfica que amenaza con acabar con todo, así que allí animan a las niñas para que aborten.

 

PABLO.

Ah, qué cosas.

 

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